Uno de mis miedos como madre de una adolescente es la de ver que tienen la constante necesidad de sentirse aceptados por sus pares, cosa que los puede llevar a verse envueltos en situaciones de riesgo. A esta edad, los jóvenes, no están seguros de casi nada. Su miedo al rechazo los hace transgredir hasta en la forma de vestirse o peinarse con buen gusto. Es increíble, pero están siempre dispuestos a agradar, encajar y satisfacer las exigencias de su grupo de amistades, pero nunca, ni siquiera en lo más mínimo a aceptar algo impuesto por sus padres. ¡Ojo! No estoy diciendo algo descabellado como que usen camisa y corbata, pelo corto o que las jóvenes no se maquillen o pinten sus uñas. Me refiero a algo tan simple como mantener limpio su espacio, higiene personal o el estudio al día. Por favor, si estoy diciendo algo totalmente desquiciado o estoy desubicándome háganmelo saber, no sea cosa que esté imponiendo un tremendo sacrificio a mi hija. Esta necesidad de llamar la atención los pone ante situaciones de riesgo tales como:(vistas por mi en la calle)
Cruzar la calle tirándose sobre los autos que están circulando. (visto frente a un colegio en el barrio de Villa Crespo)
Jugar a la pelota –sin distinción de sexo- de una vereda a la otra, arrojándose a la calle para buscar a la misma sin fijarse si vienen vehículos. (visto a la salida de un colegio sobre la Av. Gaona en el barrio de Caballito)
Ir a provocar a la salida de colegios donde no son alumnos.
Y como estas muchas más.
Pero me quiero detenerme y hacer incapié en una que realmente me preocupa y de la que he tenido y seguiré teniendo conversaciones con mi hija, las relaciones amorosas. Ya dijimos que a esta edad están en la búsqueda constante de la aceptación, pero no sólo de su grupo de amigos, también del sexo opuesto en lo que a relaciones amorosas se trata. Cuando alguien se fija en ellos de manera diferente a lo que lo haría un amigo les levanta el autoestima. Pero... ¿qué pasa cuando de esta necesidad de llamar la atención se aprovechan los hombres adultos?
Sabemos que por estar en esta etapa muchas veces tienen el autoestima bajo y cualquier palabra dulce, frases como “cuanto te amo” y regalos que económicamente no estarían al alcance de jóvenes de su edad (celulares de última tecnología, ropa, bijouterie, etc) son las trampas perfectas para hacer caer a las jovencitas en las manos de estos lobos vestidos de cordero.
Cada vez que sale a la luz un caso donde menores secuestradas aparecen trabajando en prostíbulos aprovecho ala ocasión para conversar del tema con mi hija. De cómo no hay que dejarse llevar por las apariencias, no dejarse endulzar la oreja, que no todo lo que brilla es oro. Que tiene que tener muy afilado el ojo y no porque no las maltraten o engañen en un principio significa que no se aprovechen de ella. Bien es sabido que los hombres más peligrosos son aquellos que usando toda su astucia preparan el terreno con un montón de promesas falsas para luego terminar en abuso sexual.
Hoy en día contamos con muchísima información de la cual podemos valernos para enseñarles a nuestras hijas a valerse por si mismas y que no sean tomadas por tontas. Seamos nosotros, como padres, los que les demos las armas para defenderse. Porque en este mundo de sutilezas es donde hay que andar con pie de plomo o viene el lobo y se la come.
Este post surgió de la lectura de la versión original del cuento de Charles Perrault, “Caperucita Roja” en donde tiene como final que el Lobo se come primero a la abuelita y luego a Caperucita. Perrault quiere demostrar que pasa por pararse a hablar con desconocidos, en este caso el Lobo, en el bosque. Casi todos los cuentos de Perrault incluyen una moraleja y la de este cuento es la siguiente: "Vemos aquí que los adolescentes y más las jovencitas elegantes, bien hechas y bonitas, hacen mal en oír a ciertas gentes, y que no hay que extrañarse de la broma de que a tantas el lobo se las coma. Digo el lobo, porque estos animales no todos son iguales: los hay con un carácter excelente y humor afable, dulce y complaciente, que sin ruido, sin hiel ni irritación persiguen a las jóvenes doncellas, llegando detrás de ellas a la casa y hasta la habitación. ¿Quién ignora que lobos tan melosos son los más peligrosos?".
Si quieren leer la versión original del cuento hagan click aquí.
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