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jueves, 21 de mayo de 2009

I´m sorry son: Es lo que hay.

Cuando se es una niña no se tiene ni idea de lo que es haber nacido mujer. Pero con el correr de los años nos iremos interiorizando en las cuestiones que nos competen por haber nacido con el género femenino.
En principio te dicen “comportate como una señorita” ¿Por qué esto, si somos unas niñas de 5 años? Luego te dicen “ya eres una mujercita”, mierda que están empeñados en tirarme años encima, sólo tengo 15, dices. A los 25, que debes sentar cabeza, que ya tienes edad de formar una familia y ahí te preguntas ¿qué carajo les pasa a estos?



A una mujer nunca le dejan vivir tranquila la etapa que le toca, siempre hay alguna vieja hinchapelotas que te vaticina el futuro de fémina, del cual sabes que sólo es cuestión de tiempo, pero que llegará. Pero ¿Por qué adelantarse a los hechos?
Cuando yo era niña soñaba con casarme y tener niños, pero no todas las mujeres tienen el mismo sueño. Entonces ¿por qué la gente se empecina en querer llenar de hijos a las mujeres casadas o por casar y llenarse de hijos a las que aún permanecen solteras? ¿qué les lleva a hacer esto? Después cuando a estas viejas hincapelotas, sus hijos/as les caen con los pibes para que los cuide, pierden instantaneamente la memoria de todo lo que predican y les surgen actividades de todos lado. Es más, te dicen: “Yo ya crié mis hijos, hacete cargo de los tuyos”.
Para algunas mujeres la maternidad es un don. Para otras una carga, la pérdida de libertad, el desarrollo laboral y la interrupción de la carrera. Y para otras será la consolidación de la pareja y la felicidad.


El convertirse en madre devengará en lavar ropa, cocinar, preparar mamaderas, cambiar pañales, ayudar a hacer tareas escolares, dar coscorrones, decir mentiras piadosas (siempre por el bien de sus hijos), mandar a hacer mandados y obligar a tomar sopa y comer tarta de espinacas.
Y no se quejen porque a mí, me obligaban a ver las telenovelas de Arnaldo André, Luisa Kuliock y demás programas que a Romay se le ocurrió inventar.
Por cuestiones de crianza con poco apego, nunca fui muy cariñosa en el trato con mi madre. Por esto es que nunca la llamé por el clásico “mamá” cuando me dirigía a ella. Más bien con un simple “Ma”, pero el que si era un atrevido y créanme, conociendo a mi madre, un osado, era mi hermano. Ël le decía vaca o ballena, refiriéndose a sus rellenas caderas y prominente cuarto trasero.
Hoy es una abuela super cariñosa con respecto a lo que fue como madre.
Una buena pregunta es: ¿qué tipo de madre seremos o ya somos? ¿Seremos la dictadora, la compinche, la que da vergüenza presentar, la manipuladora...? Seguramente nuestros hijos dirán: ¿Por qué no tengo una madre como Ricardito? No se preocupen, Ricardito desea tener una madre como la de Pedrito y así sigue la historia. Nunca conformes con la madre que nos toca, siempre nos va a gustar más seguramente la de algún amigo. Eso porque no vivimos con ella.





Esto es un estigma que traeremos desde nuestra más tierna infancia y dependiendo de cómo nos criaron es como seremos, ya que no hay persona más influyente en nuestras vidas que la madre, para bien o para mal.
Cada una haga un mea culpa y acepte que tipo de madre es y si puede mejorar. Pero lo que a mí me motivo a escribir esta nota es saber:
¿Qué tipo de madre son estas? ¿En qué descripción encajan?
Y además me pregunto ¿Dónde quedó el instinto maternal?




El amor de madre es el combustible que le permite a un ser humano hacer lo imposible. (Marion C. Garretty).


Imágenes de la columna de la izquierda
Foto 1: Mi abuela con sus hijas, mi tía Edith y mi mamá.
Foto 2: Yo con mis hijas Karen y Micaela haciéndole mimitos a Germán que estaba en la panza.
Foto 3: Mi cuñada Fernanda con Larita.
Foto 4: Mi amiga Mariela con Agustín.
Foto 5: Paz con mi sobrinita Kiara.





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